Según los escritos de Elena G. de White, cuando la Biblia dice que Dios "endureció el corazón del faraón", no significa que Dios ejerciera un poder sobrenatural para hacer que el faraón fuera terco en contra de su voluntad. Más bien, Dios le dio al faraón claras evidencias de Su poder divino, pero el faraón, al rechazar repetidamente estas manifestaciones, se volvió cada vez más obstinado y rebelde. Cada vez que el faraón rechazaba la luz y el poder de Dios, su corazón se endurecía más. Elena de White explica que el endurecimiento fue el resultado de la continua resistencia del faraón a la voluntad de Dios. Dios permitió que el faraón siguiera su propio camino, y el resultado natural de rechazar la verdad fue un corazón más endurecido. Así, el faraón cosechó lo que sembró: "Cada acción, buena o mala, prepara el camino para su repetición... Por rechazar la primera luz y cada rayo siguiente, el faraón pasó de un grado de dureza de corazón a otro" (5T 119.2). Dios usó la obstinación del faraón para manifestar Su poder y para que tanto los egipcios como los israelitas reconocieran la grandeza de Dios. No fue que Dios creó la maldad en el corazón del faraón, sino que, al rechazar la evidencia y la misericordia divina, el faraón mismo se endureció. En resumen, el endurecimiento del corazón del faraón fue el resultado de su propia decisión de resistir a Dios, y Dios permitió que esa decisión siguiera su curso para cumplir Sus propósitos y mostrar Su poder ante todos. Referencias académicas: - White, E. G. (1890). Patriarcas y Profetas, pp. 266-270, 333. - White, E. G. (1889). Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, p. 119. - White, E. G. (1864). Spiritual Gifts, Vol. 3, pp. 194, 204, 239, 245. - White, E. G. (1870). Spirit of Prophecy, Vol. 1, pp. 174, 183, 196. - White, E. G. (1880). Testimonios para la Iglesia, Tomo 4, p. 22.