Según los escritos de Elena de White, el uso de joyas no es recomendado principalmente por razones espirituales y prácticas:
1. Vanidad y Orgullo: El uso de joyas y adornos costosos es visto como una manifestación de vanidad y orgullo, lo cual no es coherente con el carácter humilde y sencillo de Cristo. Elena de White relata cómo su alegría se vio afectada al ver a una joven cristiana usando anillos de oro y aretes llamativos, considerando esto una muestra de vanidad en alguien que profesa seguir a Jesús, quien fue “manso y humilde” (
1T 20.2; LS80 146.1).
2. Desviación de lo Espiritual: Se enfatiza que el verdadero adorno del cristiano debe ser “el adorno de un espíritu manso y apacible”, que es de gran valor ante Dios. El tiempo y los recursos dedicados a la apariencia externa deberían emplearse en el desarrollo del carácter y la vida espiritual (
4T 643.5).
3. Uso de los Recursos: El dinero gastado en joyas y vestimenta costosa podría usarse para ayudar a los necesitados, alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y apoyar la obra del evangelio. Se considera que el gasto en joyas es un mal uso de los recursos que Dios ha confiado a sus hijos (
CT 302.2-3).
4. No es suficiente solo dejar de usarlas: Elena de White también señala que simplemente dejar de usar joyas no es suficiente si el deseo de vanidad permanece en el corazón. El cambio debe ser interno, no solo externo (
HL 121.2).
En resumen, no se recomienda el uso de joyas porque fomenta la vanidad, desvía la atención de lo espiritual, representa un uso inapropiado de los recursos y no refleja el carácter de humildad y sencillez de Cristo.
Referencias:
- White, E. G. (1885). Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 20.2.
- White, E. G. (1915). La Historia de la Vida de Elena G. de White, p. 146.1.
- White, E. G. (1881). Testimonios para la Iglesia, tomo 4, p. 643.5.
- White, E. G. (1913). Consejos para los Maestros, p. 302.2-3.
- White, E. G. (1905). El Ministerio de Curación, p. 121.2.