La frase "Dios endureció el corazón de faraón" no significa que Dios usó un poder sobrenatural para obligar a Faraón a ser terco. Según los escritos de Elena G. de White, Dios le dio a Faraón claras evidencias de Su poder divino, pero Faraón rechazó repetidamente esa luz. Cada vez que Faraón rechazaba una manifestación del poder de Dios, su corazón se volvía más obstinado y rebelde. Así, el endurecimiento fue el resultado de la continua resistencia y rechazo de Faraón a la voluntad de Dios.
Elena de White explica:
- “No hubo ejercicio de poder sobrenatural para endurecer el corazón del rey. Dios le dio a Faraón la más clara evidencia de poder divino, pero el monarca se negó obstinadamente a prestar atención a la luz. Cada manifestación de poder infinito rechazada por él, lo hacía más decidido en su rebelión. Las semillas de rebelión que sembró al rechazar el primer milagro, produjeron su cosecha.” (Patriarcas y Profetas, p. 268.1)
- “La manifestación del poder de Dios, siendo rechazada por Faraón, lo haría más firme en su rebelión. Su dureza de corazón aumentaría por una resistencia continua al poder de Dios.” (Spiritual Gifts, tomo 3, p. 194.2; Spirit of Prophecy, tomo 1, p. 174.4)
- “Cada vez que se negaba a someterse a la voluntad de Dios, su corazón se volvía más duro y menos impresionable por el Espíritu de Dios. Sembró la semilla de la obstinación, y Dios la dejó crecer y producir una cosecha de su propia clase.” (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, p. 119.2)
En resumen, Dios permitió que Faraón siguiera su propio camino, y el endurecimiento de su corazón fue el resultado natural de rechazar repetidamente la luz y la verdad que Dios le ofrecía. Dios usó esta situación para manifestar Su poder y para que tanto los egipcios como los israelitas reconocieran Su soberanía.
Referencias:
- White, E. G. (1890). Patriarcas y Profetas, p. 268.1.
- White, E. G. (1864). Spiritual Gifts, vol. 3, p. 194.2.
- White, E. G. (1870). Spirit of Prophecy, vol. 1, p. 174.4.
- White, E. G. (1882). Testimonios para la Iglesia, vol. 5, p. 119.2.