Según los escritos de Elena G. de White, el sufrimiento de los animales no es parte del plan original de Dios, sino una consecuencia del pecado humano. Ella explica que:
- “Por el pecado del hombre, ‘toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto’ (Romanos 8:22). El sufrimiento y la muerte no solo alcanzaron a la raza humana, sino también a los animales. Por eso, el hombre debe procurar aliviar, y no aumentar, el peso de sufrimiento que su transgresión ha traído sobre las criaturas de Dios” (Patriarcas y Profetas, p. 443.1).
- Elena de White expresa su propia sensibilidad ante el sufrimiento animal y rechaza la idea de que Dios se deleite en el dolor de sus criaturas: “Cuando la idea de que Dios se deleitaba en la tortura de sus criaturas... se apoderó de mi mente, una muralla de oscuridad pareció separarme de Él” (Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 25.1; Life Sketches, p. 152.3).
- Ella afirma que el sufrimiento y la muerte son resultado de la entrada del pecado en el mundo: “Dios es el dador de la vida... Pero el pecado interrumpió el orden que Dios había establecido, y siguió la discordia. Mientras exista el pecado, el sufrimiento y la muerte serán inevitables” (Patriarcas y Profetas, p. 522.3).
- Además, señala que el sufrimiento es permitido, pero no causado por Dios, y que incluso los animales sufren por la transgresión humana. Dios espera que el ser humano actúe con compasión y no aumente el dolor de los seres creados.
En resumen, para Elena de White, el sufrimiento animal es consecuencia del pecado y no del deseo de Dios. Dios llama a la humanidad a ser compasiva y a aliviar el sufrimiento de todas sus criaturas.
Fuentes:
- White, E. G. (1890). Patriarcas y Profetas, p. 443.1; p. 522.3.
- White, E. G. (1904). Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 25.1.
- White, E. G. (1915). Life Sketches, p. 152.3.