En los escritos de Elena G. de White no se encuentra una declaración específica que diga literalmente que “los utensilios de la iglesia se deben cuidar”, pero sí hay principios claros sobre el cuidado de todo lo que pertenece a Dios y a sus instituciones. Por ejemplo:
- “Tanto los miembros de la iglesia como los empleados en la casa publicadora deben sentir que, como colaboradores de Dios, tienen una parte que desempeñar en guardar su institución. Deben ser fieles guardianes de sus intereses en toda línea, procurando protegerla, no solo de pérdidas y desastres, sino de todo lo que pudiera profanar o contaminar. Nunca por su acción debe mancharse su buen nombre, ni siquiera por el soplo de una crítica o censura descuidada. Las instituciones de Dios deben ser consideradas por ellos como un sagrado depósito, que debe ser guardado tan celosamente como el arca fue guardada por el antiguo Israel.” (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, p. 192.3)
- “Antiguamente se requería que los sacerdotes tuvieran sus vestiduras en un estilo particular para servir en el lugar santo y ministrar en la oficina sacerdotal. Debían tener vestiduras de acuerdo con su trabajo, y Dios especificó claramente cuáles debían ser. El lavacro se colocó entre el altar y la congregación, para que antes de entrar en la presencia de Dios, a la vista de la congregación, pudieran lavar sus manos y pies. ¿Qué impresión debía causar esto en el pueblo? Debía mostrarles que cada partícula de polvo debía ser quitada antes de que pudieran entrar en la presencia de Dios; porque Él era tan alto y santo que, a menos que cumplieran con estas condiciones, la muerte seguiría.” (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, p. 613.2)
Estos principios muestran la importancia de cuidar y respetar todo lo que se usa en el servicio a Dios, lo cual incluye los utensilios y objetos de la iglesia. El cuidado, la limpieza y el respeto por lo que pertenece a la casa de Dios es una manifestación de reverencia y fidelidad.
Si necesitas una cita sobre un tipo específico de utensilio o función en la iglesia, házmelo saber.
Referencias:
- White, E. G. (1902). Testimonios para la Iglesia, tomo 7, p. 192.3.
- White, E. G. (1871). Testimonios para la Iglesia, tomo 2, p. 613.2.