Los adventistas son falsos
Según los materiales disponibles del White Estate, no existe ninguna declaración directa de Elena de White que califique a la Iglesia Adventista del Séptimo Día como "falsa". Por el contrario, Elena de White afirmó de manera consistente la guía divina y la misión profética del movimiento adventista, subrayando su papel en la proclamación de la verdad bíblica. Sin embargo, también advirtió contra la complacencia y llamó a una reforma continua dentro de la iglesia. Si tienes una pregunta más específica sobre las creencias adventistas o sobre lo que Elena de White escribió respecto a la autenticidad de la Iglesia Adventista, por favor indícalo para poder ofrecerte una respuesta más enfocada. Referencias: - White, E. G. (varios escritos). Consultado a través de los materiales del White Estate.
Sexo anal
Ellen White no aborda explícitamente el tema del "sexo anal" en sus escritos con ese término específico. Sin embargo, en sus libros, ella condena cualquier práctica sexual que considere una "indulgencia antinatural", "degradante" o que viole las leyes naturales y morales establecidas por Dios. Habla en términos generales sobre la importancia de la pureza, la moderación y el respeto al cuerpo, y advierte contra la gratificación de pasiones animales y prácticas que considera "vicios" o "corrupción del cuerpo". Por ejemplo, en Testimonios para la Iglesia, volumen 2, página 391.1, menciona: "Los que se sienten en libertad, porque están casados, de degradar sus cuerpos por la indulgencia bestial de las pasiones animales, perpetuarán su curso degradado en sus hijos. Los pecados de los padres serán visitados sobre sus hijos porque los padres les han dado la marca de sus propias propensiones lujuriosas." En resumen, aunque Ellen White no menciona el sexo anal de manera directa, sus principios sobre la sexualidad y la pureza condenan cualquier práctica sexual que degrade el cuerpo o sea contraria a la naturaleza y la moral cristiana según su perspectiva. Referencias: - White, E. G. (1870). Testimonios para la Iglesia, Volumen 2, p. 391.1.
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