En los escritos de Elena G. de White, no se encuentra una declaración directa y específica que diga explícitamente "los bebés fallecidos van al cielo". Sin embargo, hay referencias que muestran esperanza y consuelo para los padres que han perdido a sus hijos pequeños. Por ejemplo, en 2 Spiritual Gifts 296.2 y Testimonies for the Church 1:246.1, ella menciona que los niños fallecidos "descansan hasta que el Dador de la vida venga, rompa las cadenas de la tumba y los llame a la inmortalidad". Esto implica una esperanza en la resurrección para los niños que han muerto. No se afirma que los bebés vayan inmediatamente al cielo al morir, sino que descansan en la tumba hasta la segunda venida de Cristo, cuando serán resucitados. Este pensamiento está en armonía con la creencia adventista sobre el estado de los muertos y la resurrección. Referencia relevante: - "Seguimos a nuestro hijo al cementerio de Oak Hill, allí para descansar hasta que el Dador de la vida venga, rompa las cadenas de la tumba y lo llame a la inmortalidad." (2 Spiritual Gifts 296.2; Testimonies for the Church 1:246.1) En resumen: Según los escritos de Elena G. de White, los bebés fallecidos descansan en la tumba y serán resucitados en la segunda venida de Cristo, con la esperanza de la vida eterna. Referencias académicas: - White, E. G. (1860). 2 Spiritual Gifts, p. 296.2. - White, E. G. (1885). Testimonies for the Church, vol. 1, p. 246.1.