Según Elena G. de White, tanto Dios como Cristo son presentados como el Juez supremo de toda la tierra. Estas citas destacan que el juicio divino es justo, equitativo y misericordioso, y que el papel de Cristo como juez está fundamentado en su experiencia como Redentor y en su victoria sobre las tentaciones. El juicio final revelará la justicia de Dios ante todo el universo, y todos serán responsables ante Cristo, quien actúa como abogado y juez.
Referencias académicas:
- White, E. G. (1889). Testimonios para la Iglesia, tomo 5, p. 451.3.
- White, E. G. (1877). The Spirit of Prophecy, vol. 2, p. 168.1.
- White, E. G. (1898). El Deseado de Todas las Gentes, p. 210.2.
- White, E. G. (1884). The Spirit of Prophecy, vol. 4, p. 323.3.
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