Dios eliminó a Ananías y Safira porque cometieron el pecado de la hipocresía y el engaño en relación con sus ofrendas. Según los escritos de Elena G. de White, ellos prometieron voluntariamente dar a Dios el producto de la venta de una propiedad, pero cuando tuvieron el dinero en sus manos, decidieron quedarse con una parte y aparentar que entregaban todo. Su pecado fue mentir al Espíritu Santo y tratar de engañar a la iglesia, pretendiendo una generosidad que no era real.
El castigo fue severo y rápido para servir como advertencia perpetua a los cristianos de todas las épocas sobre la gravedad de la mentira y el fraude en las cosas sagradas. Elena de White explica que este acto de Dios muestra cuán aborrecible es para Él la hipocresía y el engaño, especialmente cuando se trata de compromisos hechos a Dios (ver Hechos de los Apóstoles, capítulo 7;
5T 148.3; 4T 462;
AA 72.2;
AA 74.1).
En resumen, Dios eliminó a Ananías y Safira para dejar un ejemplo claro de Su odio hacia la codicia, el fraude y la hipocresía, y para advertir a la iglesia sobre la seriedad de estos pecados.
Referencias:
- White, E. G. (1911). Hechos de los Apóstoles, capítulo 7.
- White, E. G. (1882). Testimonios para la Iglesia, tomo 5, p. 148.3.
- White, E. G. (1876). Testimonios para la Iglesia, tomo 4, p. 462.
- White, E. G. (1911). The Acts of the Apostles, pp. 72.2, 74.1.